Creo que el pan es el claro ejemplo de ¡si quieres puedes! Hay que saber algunas cosas importantes, hay que ver algún libro, visitar alguna página web o hablar con nuestro panadero. Eso si sabes quién es, porque hoy en día es difícil saberlo... empieza a ser como la leche -¡ah! ¿qué viene de una vaca?
pues con el pan empieza a ocurrir lo mismo, ahora lo venden en cualquier sitiohttp://tequedasacenar.com/, precocinado, precongelado y ale... al horno un rato y a vender. Entonces ¿quién hace el pan? Bueno pues ya estamos los maestros para enseñarlo cuando tocan las profesiones, pero en breve será un trabajo antiguo y en desuso, al parecer, ya que ha aumentado su consumo debido a que la gente valora más el precio que la calidad. Claro que un pan bien hecho artesanal, se paga. Obviamente, no se puede vender por 80cent 3 barras de pan de calidad.
Es cierto que aún hay sitios que hacen el pan manteniendo la tradición y se curran unos panes riquísimos. En mi pueblo, quedan unas tres o cuatro panaderías que hacen su propio pan, o al menos eso creo y poco más. Aunque los hornos son modernos, ninguno de leña, en los que la masa madre brilla por su ausencia...
En mi caso, viniendo de una familia de panaderos, en mi casa no gusta casi ningún pan de los que hacen hoy en día...
Creo que hoy en día es fácil que haya lugares que vendan pan diciendo que es artesanal, cobrándote un dineral y luego no sea tan bueno. Lo cual va en contra de los artesanos que sí le dedican tiempo a hacer un pan con cariño y dedicándole el tiempo que requiere.
Sobre todo nos engañan, porque ¿a qué sabe el pan hecho artesanal, con su tiempo de fermentación lento, con su amasado, su masa madre? muy pocos son los que saben cómo es ese sabor. Incluso el pan del que os hablo de mis tíos, ya es un pan hecho con más facilidades, con grandes amasadoras y sin horno de leña. Y es que la revolución industrial sirvió para facilitarnos la vida pero para perder la esencia de muchas cosas que la hacían más sana y natural.
En casa, por supuesto, que lo más complicado es tener un horno adecuado para cocer pan, pero eso es lo de menos. Mimar el proceso y organizarse es lo más importante. Con el libro de Ibán Yarza he aprendido que hay todo tipo de procesos, unos que requieren que estés más pendiente otros menos, pero lo más importante es que si te organizas bien, puedes hacer buenos panes y disfrutar de ellos.
Y, supongo que de casta le viene al galgo, por un lado hay algo en el proceso que me atrae profundamente, y por otro lado, no me acaba de convencer el pan que compro, y sobre todo, no disfruto tanto comiéndolo como cuando lo he hecho yo misma.
Mi bisabuela, Alejandra, a la que no conocí de primera mano, pero de la que he oído tantísimo hablar a mi abuela y mi madre. Era panadera. Por eso la historia está llena de recuerdos. Nada como llenar el estómago y más en aquellos tiempos. Elaborar algo que no faltaba en ninguna mesa: PAN, algo imprescindible en cada casa.
Los hermanos de mi abuela heredaron la profesión, mi abuela, por supuesto tenía que cuidar de su familia, una pena que ella no siguiera con la tradición, me hubiera encantado. Pero al menos guardo muchos recuerdos de las panaderías de mis tíos.
Y el día que se quemaban los bollos o el pan, para ellos era fiesta en casa porque lo roto o quemado no se podía vender: ¡se comía! claro a mi familia les gusta el pan tostadito jijiji ese pan blanco birrioso que venden en todas partes ¡es un engañabobos!
El sentido que es capaz de transportarnos rápidamente a otros lugares donde ya hemos estado o hacia sensaciones vividas es el olfato. Y yo recuerdo sobre todo el olor de las panaderías de mis tíos abuelos, a la de mi tío Pablo, entraba prácticamente sólo al despacho, iba a menudo ya que estaba al lado de casa de mis abuelos y el olor que llegaba del horno aún lo recuerdo, incluso cuando pasabas por la calle olía a pan uuuuuuUUUuuuummmMMMMmmm.
Y a la de mi tío Manolo entraba sobre todo a la parte trasera que era donde se hacía el pan y los bollos. Era ya todo bastante moderno, con hornos modernos, una mesa enorme, una máquina para cortar el pan de molde, esta me hacía mucha gracia y siempre había un ¡¡no toques eso!!, y había unas amasadoras enormes de las que siempre, siempre cogía un trozo de masa con la que jugaba y jugaba hasta que se quedaba dura y al final, había que tirarla.
Había un olor muy especial a masa, al pan dentro del horno... había alguna caja con las madalenas que se descartaban quemadas o rotas y siempre nos regalaban una bolsa.
Y el despacho era alargado y lleno de panes, bollos... recuerdo perfectamente el sabor de las roscas, los bollos huecos y macizos, típicos de Colmenar, porque aunque ahora sean famosísimos los Manolitos, son modernos.
Bueno y después de refrescar en mi mente y contaros todos estos recuerdos maravillosos, me quedo con poder disfrutar de vez en cuando con algún pan casero, hecho con mis propias manos, y aunque tengo todo por aprender, creo que no es algo difícil, que sólo requiere organizarse, igual que ocurre con otras comidas, igual que la noche de antes pones a remojar los garbanzos, quizá en este caso requiera hacer la masa y dejarla fermentar en la nevera, por ejemplo.
Yo, he estado leyendo e intentando aprender de Dan Lepard, Xavier Barriga, Anna Bellsolá e Ibán Yarza, que me parecen unos fenómenos, que han experimentado mucho con las masas, con panes, han compartido experiencias, aprendido de grandes artesanos, autodidactas... La verdad que los admiro mucho y les doy las GRACIAS por su esfuerzo por recuperar algo que me parece que se pierde, por compartir su experiencia con todos nosotros, son de esas personas que nos dan calidad y riqueza a nuestra vida sin querer, porque vivir la experiencia de hacer pan con tus manos, no tiene precio. Porque creo que hacer pan en casa es un proceso mágico, dejas la masa en un bol y cuando vuelves horas después, ¡hay el triple de masa! y cuando lo metes al horno, pegar la nariz al cristal y oler... no sé cómo explicarlo pero es una sensación única. Y lo mejor y más importante, que lo que sale ¡¡¡¡te lo puedes comer!!!! que puedes compartir tu propio pan con los demás y, no sólo eso, es que está ¡¡¡BUENÍSIMO!!!
En este caso, os dejo la receta de la Trenza semiintegral con nueces y miel, de un libro que os recomiendo absolutamente: "PAN CASERO" Ed. Larousse de Ibán Yarza, alguien, que no conozco aún en persona, pero que cuando tienes una duda, es accesible a través de su email, con todos los cursos llenos. Con un blog, lleno de información valiosa. http://tequedasacenar.com/
Transcribo literal la receta y, repito: lo mejor es que compréis el libro si os atrae cómo hacer pan.
TRENZA SEMIINTEGRAL DE NUECES, HIGOS SECOS Y MIEL
(yo, lo único que no he hecho es poner los higos secos, porque no me gustan, pero la receta la voy a poner tal cual está en el libro)INGREDIENTES DE LA MASA:
- 225g de harina de fuerza
- 50g de harina integral
- 80g de leche
- 55g de huevo (1ud)
- 15g de miel
- 10g de azúcar
- 25g de mantequilla
- 15g de nueces molidas finamente
- 12g de levadura de panadero (seca)
- 150g de nueces
- 40g de higos secos
- 40g de mantequilla
- 30g de miel
- 50g de agua
- 100g de azúcar
- 1cucharada de postre de zumo de limón
Muele las nueces de la masa en un mortero o molinillo. Mezcla todos los ingredientes de la masa, que quedará un poco pegajosa. Deja que repose 10 min y trabájala sobre la mesa. Pliégala sobre sí misma y hazla rodar sobre la mesa durante unos 8 minutos, hasta que consigas una masa homogénea y lisa. Deja que fermente cubierta durante 1 hora.
Estírala sobre la mesa con las yemas de los dedos formando un rectángulo y luego acaba de estirarla bien con el rodillo hasta obtener un rectángulo el doble de largo que de ancho, de unos 60x30cm. Mezcla los ingredientes del relleno y haz una pasta con ellos. Distribuye esta pasta de manera uniforme sobre el rectángulo de masa. Enróllala como un brazo de gitano, a lo largo. Cuando tengas un cilindro de masa, córtalo a lo largo en dos mitades con la ayuda de un cuchillo; al hacerlo, se verán las capas que habías enrollado con el relleno. Trenza las dos mitades y sella bien cada extremo apretando con los dedos hasta que las puntas de masa estén perfectamente unidas. deja que fermente entre una hora y media y 3 horas; notarás que crece y que la masa se esponja de manera evidente. Si la masa está aún muy tiesa, simplemente espera más tiempo.
Hornea la trenza durante 30 minutos a 210º. No pongas el ventilador del horno, ya que puede dorarse en exceso. Mientras se hornea, prepara la glasa disolviendo el azúcar en el agua y calentándolo hasta que hierva un par de minutos y el almíbar empiece a esperas un poco. Para que la trenza brille, el almíbar tiene que estar caliente cuando lo apliques; puedes recalentarlo en el fuego justo antes de usarlo. Nada más sacar la trenza del horno, pincélala de manera generosa con el almíbar. Deja que se enfríe y disfrútala: al tener una miga y un relleno tan jugosos, es una pieza de bollería que aguanta varios días tierna.
Se me ha fundido la luz del horno y se me tostó un pelín. Cuando me di cuenta le puse un trozo de papel aluminio para que no se tostara más.
Para mí, el día que está más rica es al día siguiente, como ocurre con la mayoría de los dulces.
Ya me diréis qué os parece!! a disfrutar del sábado!!!